Por Graciela Guerrero Garay (Tomado de 26Digital)
Capitular el amor en todo. Ese es el pensamiento primogénito que debemos
poner sobre la mesa, en estos días de celebración navideña y en cuantas
reuniones familiares y sociales concertemos para despedir el año y
esperar el 2020. Es la magia que hará brillar más la alegría por lo
realizado y traerá la esperanza a los sueños y metas por venir.
Muchos retos impuso el 2019, pero poco a poco, casi es pasado y solo
vale sacar las experiencias para no tropezar con las mismas piedras, al
menos aquellas que pudimos sortear y no lo hicimos. Ahora el futuro es
el camino de un trayecto mejor, desde el interior del corazón hasta
donde somos parte de la sociedad y estamos comprometidos a respetar, con
todas las actitudes que entraña el hecho de ser y formar parte.
Unidad no es una palabra de consigna. Es un término emblema que
significa mucho más que un saludo de cumplido o compartir un espacio
común. Los desafíos siempre estarán a la orden. Sin embargo, la
perseverancia es premiada con el éxito, más si brota de una convicción
firme y un principio limpio. El nuevo calendario debe llenarse de
certezas y luchas concretas, en lo individual y colectivo. De ahí ese
próspero camino que deseamos todos y merecemos vivir en este corto viaje
que es la vida.
De vencer se trata. Poner mente positiva al empeño personal,
esforzarse por ser mejores personas desde la casa misma, fortalecer el
amor familiar y aportar con decencia y responsabilidad el rayito de luz
que nos compete entregar cada día.
Capitular el amor. Y las puertas se abrirán con esa suavidad del
sentimiento que lleva en sí mismo… paz, solidaridad, franqueza,
hermandad, honradez. La virtud sobre la mesa. Brindemos. La felicidad no
es cuestión de suerte, más bien es un complejo y hermoso arcoíris de
actitudes cotidianas. Andemos tras ella. ¡Feliz 2020!
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